PENSAMIENTOS
¡8 DE MARZO, DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER!
A ti querida amiga, en donde te encuentres y nos lees, en este mes de la mujer, (que deberían ser todos los del año), dedico estos agradables y reflexivos pensamientos que encontré en mi diario recorrer por libros, revistas, pláticas, periódicos y demás, para encontrar el contenido necesario que te ofrezco y que me ocupa sean de tu agrado.
Seguramente estos lo serán, ya que además de ser muy bellos y actuales, serán el inicio de una serie de reconocimientos que ofrecemos a nuestras queridas monolectoras con motivo del Día Internacional de la Mujer!!!
CARTA A LA MUJER QUE SOY… (Y HABÍA OLVIDADO QUE ERA)
Anónima
He sido como muchas mujeres, hija, hermana, alumna, buena amiga para algunos, mala para otros, novia, exnovia, esposa, exesposa, mamá, empleada, desempleada, todos estos títulos y muchos más que cualquiera de ustedes o yo nos ponemos felices y con la única meta en la cabeza de dar lo mejor de nosotras mismas.
Pero hoy me vino una pregunta a la cabeza, y por primera vez en esta carrera loca de la vida hice una pausa para repetirla en voz alta, ¿a quien hay que darle lo mejor de nosotras mismas? A nuestros padres, a nuestros hermanos y hermanas, a nuestros maestros, a nuestros amigos, a nuestros novios, exnovios, esposos, exesposos y por supuesto a nuestros hijos?
Hubo un silencio total y la respuesta se convirtió en un viaje a lo que he sido y a lo que he hecho durante todo este tiempo. Me he pasado casi 40 años sudando por dar lo mejor de mí misma, a veces feliz de lograrlo, a veces frustrada por no haber podido evitar fallar, pero también identifico otra voz interna que vive en mí, presionándome siempre y me repite una y otra vez al oído:
– No puedes fallar!
– No has sudado lo suficiente!
– No puedes enfermarte!
– Tienes que empujar.
– Tienes que cumplir!
– Tienes que!
– Debes de!
Me encuentro en esta frontera en la que han estado seguramente muchas mujeres, en el punto exacto en el que empiezo a despedirme de mis cuarentas y me pregunto:
Qué soy en realidad?
Por primera vez veo a mi mamá realmente grande, y a mi papá que está lejos, y veo a mi exesposo, el que se convirtió en exesposo, tiene una vida propia al igual que mis hijos a los que a veces veo dormidos cuando yo despierto y están despiertos cuando yo duermo. Y es natural eh!, cada uno se ha encargado de tener su propia vida, única y maravillosa función, es decir, su propia vida como les dije.
En qué momento me sentí la responsable del equilibrio del universo?, en que momento deje de ser mi propio centro para convertirme, por decisión propia en el centro de los demás?, pareciera que la misma vida me nombro la proveedora, y si, sí, lo hice por decisión propia pero me volví de hierro para cargar para no permitir que las circunstancias aplastaran a los que amo, para resolver cuando alguien de los míos necesito apoyo.
Sonará fuerte o egoísta mi confesión si digo que hubo momentos en los que me sentí vulnerable, impotente, frustrada, agotada, o con ganas de salir corriendo, crucé por enfermedades, crucé también por enfermedades de mis hijos, refrigeradores vacíos, deudas, enfrentamientos, trabajos no pagados, muchísimas lágrimas y hoy, hoy el teatro está vacío y yo de pie en un escenario vacío también, no hay público, no hay hijos, ni padres, ni esposos, ni exesposos, hoy estoy yo sola, parada frente a mis años, poniendo pausa en mi vida y reconociéndome por mi propio nombre, sin títulos ya!, y esta es la voz que he decidido escuchar, la que me quiere, la que me cuida, la que me ha mantenido a flote durante una vida entera y la que me dice:
Sabes? Lo has hecho bien! Y mereces ser feliz, sin culpas, sin sudar, sin creer que fallas.
Y así, sin que nadie tenga que aplaudirme parada sola frente a mí me estoy dando un aplauso.

Imagen proporcionada por Ángeles Moreno
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CARTA DIRIGIDA A UNA MUJER SIN AUTOESTIMA
Josefina Solano Maldonado
A ti, mujer Esta mañana me he asomado al espejo y la he mirado. Allí estaba la otra, la máscara, la marioneta que sólo ríe si alguien tira del hilo, que dispone su boca de trapo en la absurda mueca de las sonrisas falsas. Ella, la otra, la que me miraba con sus ojos opacos desde el fondo del espejo, representa cada día la función esperpéntica frente a los seres salidos del callejón del Gato, frente a los seres escapados de la extravagante bohemia valleinclanesca. La rutina, la maldita rutina… El desdén, el desprecio de sí misma y de los otros, el olvido de su condición de mujer… Ella se abraza una y otra vez al hombre que ama, yo intento susurrarle al oído que deseo quererlo, que deseo compartir con él la hermosura de una flor, el murmullo del viento, el olor de las olas, el color del cielo; ella lo abraza, lo abraza con desespero, yo le hablo de la belleza de la pequeñez que sólo pueden entender dos personas que se aman. Pero él busca a la otra, a la que tiene mi mismo cuerpo, a la que finge, a la que intenta sobrevivir en mitad de la podredumbre diaria de la inercia. «Búscame a mí, a mí, a mí…» Y él manosea los pechos de la otra, se agarra a la cintura de la otra, besa a la otra, se hunde con furia de animal en la otra… «Escúchame a mí, a mí, a mí…» Pero él satisface su placer de bestia en la piel cansada de la otra, hace mucho, mucho tiempo que no me dice que me ama. Se ha olvidado del amor, se ha olvidado de mí. Ella, ella, siempre ella, la muñeca de la risa boba, la marioneta que se mueve al compás de la rutina, que responde a las letras de un nombre que la definen en el mundo grotesco de su realidad dónde nada tiene un por qué ni una justificación a su revés. Yo camino a orillas del mar olvidándome de ella, y me encuentro conmigo misma, una mujer cansada de vivir en la mentira, una mujer a la que le han pisoteado el alma, una mujer que quiere arrancarle gritos al silencio que la domina, una mujer que se pregunta la razón de su existencia. Me siento en la arena, y dejo que las olas se acerquen a mis pies y me acaricien, ya sólo las olas saben acariciarme, sólo el azul del mar puede reflejarme a mí, no a ella, a mí, a la que sabe arrancar lágrimas de la sonrisa descalabrada de la otra. ¿Por qué no puedo ser yo?. ¡Quiero ser yo!. Quiero ajustar cuerpo y conciencia, carne y alma, piel y cielo. Hoy voy a ser yo. Borro a la otra del espejo para dejar paso a la mujer que soy. «¿Qué te ha pasado?» «¿por qué te niegas a besarme?” «Él no la encuentra a ella, por primera vez en mucho tiempo me encuentra a mí. «Vuélvete a enamorar de nuevo, enamórate de mí y tendrás mis besos, mis caricias, mi cuerpo». Me mira a los ojos y calla. Me mira otra vez a los ojos y calla de nuevo. Unos minutos eternos se desgajan de las saetas del reloj. Toma mis manos entre sus manos y me siente… Acaricia mis mejillas y me siente… Acaricia mi pelo y me siente… Me susurra al oído un verso «Vuelve a ser mujer para que te quiera». Soy Dafne, y en una metamorfosis invertida, mi cuerpo de árbol se transforma en cuerpo humano. Quiero ser humana. Quiero ser mujer. Me siente, me siente entre sus brazos… Hoy vuelven a tener color las rosas, hoy el azul del mar es azul compartido, hoy mi nombre tiene sentido, hoy he sido escuchada, hoy soy yo misma, yo, mujer, mujer, mujer.

Imagen proporcionada por Ángeles Moreno
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