Pareciera que creemos en la relación amo-esclavo. A los sajones les gusta mandar y a los mexicanos, no tanto obedecer como que haya quien los mande, con la ilusión de que un día el amo se haga nuestro compadre. La dichosa y pérfida revolución cultural de los 60, buscaba también romper la identidades culturales y nacionales en aras de una «libertad» de escaparate. Bastaban algunos tipos menudos y pusilánimes (De la Madrid, Zedillo, Calderón, Peña) o acomplejados (Fox y Salinas) en la presidencia para quebrantar la soberanía nacional. No se ve de dónde, el pequeño Peña podría defender al país. Por fortuna, el descaro trumpiano ha revelado a la mayoría de los mexicanos lo que los norteños han dicho abiertamente : «EU no tiene amigos, sino intereses». Tal vez, el carácter nacional tienda más a hacer amigos que defender nuestros propios intereses. Gracias a dios, ganó Trump; que si hubiera ganao Hilaria, muchos seguirían creyendo que habría que a fuerza de complacerlos, los gringos algún día se harían nuestros cuates . Hay signos de una reacción social amplia que se indigna y reacciona; aunque como siempre en contra de un poder al que al mismo tiempo le pide. Hay quienes protestan contra el gobierno pidiéndole que actúe con la fuerza que hace mucho vendió. Se protesta esperando que el energúmeno encopetado del norte sea más clemente con nosotros. No veo una reacción social general que proponga unas nuevas maneras de desarrollo interno, de diversificar nuestros mercados, de replantear o siquiera revisar el modelo económico; ya ni soñar con la reconstrucción de nuestra identidad nacional Sin embargo y, gracias a Trump, aunqeu los temas de identidad nacional se nos compliquen, pareciera que la INGENUIDAD nacional ya no tiene cabida. Espero que esto nos permita empezar el camino de un progreso nacional auténtico.