Descripción
Número de páginas: 328.
LA OBRA:
No exagero al tomar prestadas las palabras de Rubén Darío, al describir a su maestro, Leconte De Lisle, para aplicarlas al nuestro:
Él no pretende que nadie sea lo que él es magníficamente. La sola disciplina que imponía —la buena— consistía en la generación del arte y el desdén de los triunfos fáciles. Él era el buen consejero de las probidades literarias, sin impedir jamás el vuelo personal de nuestras aspiraciones diversas; él fue, él es aún nuestra conciencia poética misma. A él es a quien pedimos en las horas de duda que nos prevenga del mal.
JUAN CARLOS CASTRILLÓN