ES HERMOSO VER EL RESULTADO FINAL de una producción cinematográfica o de video cuando ya se ha cubierto la cuota de trabajo, talento y creatividad que se requirió para llevar a feliz termino su realización, pero detrás de ello se tuvo que sortear con talento e inteligencia un sinnúmero de problemas e imprevistos que se presentaron y dificultaron su producción.
Para que usted, estimado lector, pueda formarse una idea más clara de estos escoyos que pueden presentarse durante una producción cinematográfica, me voy a permitir narrarle algunas anécdotas que le pueden dar un claro panorama de lo que puede suceder detrás de cámara.
EN LA REALIZACION DE UN COMERCIAL PARA VODKA Wiborowa en Acapulco, se requirió un yate de placer donde mayormente se efectuó la filmación de esa historia. Lo clásico: unas parejas de jóvenes gozando de lo lindo las delicias del mar y del sabor de los cocteles que se pueden preparar con esta bebida. Para las escenas nocturnas en el interior del yate se requirió el empleo de una planta de luz que fue colocada en la playa, muy cerca del muelle donde se atracó el navío, y desde ésta se tendieron los cables que se conectaron a las lámparas con que se alumbraban las escenas filmadas en el interior del yate. Pero, ¡oh Dios! El vaivén de las olas acercó al yate al muelle y, sin que nadie se diera cuenta, los cables de electricidad se sumergieron en el agua ocasionando un tremendo corto circuito en las lámparas con que se iluminaba las escena. Las chispas alcanzaron los muebles y alfombras de su lujosa estancia ocasionando un repentino incendio que daño buena parte el mobiliario. Pero lo peor fue que ese yate le fue rentado por la productora al encargado de su cuidado, sólo que este último lo hizo sin el permiso de su patrón y dueño de la embarcación que era nada menos que Don Gustavo Díaz Ordaz, ex presidente de México.
PARA CONCHAS BIMBO se requirieron filmar dos versiones de comerciales, una intitulada Chocolate y otra Café. Eran escenas donde se mostraban, en gran acercamiento (Big close up), las conchas en el momento que eran partidas frente a la cámara para que se viera de cerca su esponjada textura y después se introducían para mojarlas en el café o en el chocolate para después degustarlas. Desde luego para ello se escogieron en la planta de Bimbo las mejores conchas y, ya en el set empleado, se prepararon más de cien de ellas para tenerlas listas en sus innumerables tomas que se realizaron. Después de horas de trabajo y repeticiones de las escenas, se dio por terminada la filmación, que después fue aprobada en copia de trabajo y más tarde se recibieron felicitaciones por parte de la agencia al presentarles los spot terminados. ¿Pero que creen? Estando ya grabando otro comercial para otro cliente, recibimos una llamada de la agencia y ante nuestro asombro el productor nos indicaba que debíamos volver a filmar dichos comerciales.
––¡Pero cómo, si ya los habían aprobado y hasta nos felicitaron por ellos!––dijimos. ––Pues sí, pero…––dijo la agencia y ante nuestro asombro subrayó su productor–– los comerciales de conchas Bimbo no se filman con conchas Bimbo. Se deben filmar con conchas de la panadería La Elizondo, pues son más bonitas y esponjaditas.
LOS QUE POR POCO Y NOS CUESTAN hasta la camisa por un simple detalle, fueron los comerciales para los jeans de Los Atrevidos de Ray Thom que se filmaron en Europa. Uno en Londres y otro en París para ser más específicos. Para estos efectuamos un casting mediante videos que nos enviaron a México las agencias de modelos de París y Londres, entre los que escogimos una pareja de jóvenes de cada ciudad. Y para confeccionarles sus prendas en la fabrica de México, cada agencia nos mandó sus tallas exactas, tanto para las mujeres como para los hombres que iban a participar en estos comerciales. De tal forma se llevó a cabo y sin ningún problema la filmación de Londres, pero en la de París hubo un momento en que todos casi perdimos la cabeza. ¡Los pantalones de la hermosa pareja seleccionada no les quedaban, es más ni siquiera les entraban!
Una situación como esa, en una filmación en México, se resuelve fácilmente pidiendo urgentemente a la fábrica unos pantalones nuevos. Pero al otro lado del mundo, esto es un desastre. En la desesperación tomamos los pantalones de mezclilla que se usaron en la filmación de Londres y se los probamos a los que participarían en el de París. ¿Y qué creen? Les quedaban que ni pintados. Pero había un problema: los bordados de las bolsas eran diferentes y si se usaban los ya filmados, el cliente nos podría reclamar después diciendo que eran los mismos que usamos en Londres y que nosotros nos habíamos equivocado, por lo que no sabíamos que hacer. Hasta que una dama de nuestro grupo de trabajo nos dio una idea genial.
––¿Por qué no cambian las bolsas? Les quitan las de los pantalones usados en Londres y se les ponen a los que van a filmar en París. Vale que todos son de mezclilla y sus bolsas son del mismo tamaño.
La abracé y besé de gusto, pues nos había salvado de un desastre.
Finalmente, así lo hicimos. Buscamos en París a una especialista en alta costura y le dimos las prendas para que las modificara. Al principio ésta se mostró renuente pues decía que no estaba acostumbrada a trabajar con telas tan corrientes, pero cuando supo lo que le íbamos a pagar imaginó que trabajaba con seda de China o cashemer de Mongolia.
Al día siguiente se filmaba uno de los comerciales más bonitos que se produjeron en aquel entonces para ese cliente.